Descubre tu potencial: conociéndote a ti mismo y construyendo un proyecto sustancial

Se habla y mucho de las capacidades que un emprendedor o una emprendedora, el emprendimiento no entiende de opciones sexuales, debería tener para poder afrontar un proyecto de emprendimiento. Casi todas ellas, forman parte de una “manera de ser” emprendedora, que solo puede demostrarse después de haber puesto en marcha un proyecto y, en la mayoría de las ocasiones cuando este no haya funcionado como se esperaba o, directamente, haya resultado un fracaso. Nada ni nadie nos garantiza el éxito en los emprendimientos.

En un reciente artículo, el prestigioso economista español Antón Costas, nacido en Galicia, y actualmente presidente del Consejo Económico y Social (CES) español, abogaba por considerar que el emprendedor no posee una marca divina que le hace diferente, no está ungido por la mano de Dios como alguien excepcional, si no que mantiene consigo mismo y con la realidad de su alrededor una relación de aprendizaje continuado que hace que su carácter se adapte a las necesidades que exige el emprendimiento. Es decir, hay un carácter como emprendedor que se puede aprender. Cualidades como el optimismo, la curiosidad, la confianza, la ambición, el esfuerzo, la resiliencia o el afrontamiento racional y razonable ante la adversidad, se pueden, por lo tanto, adquirir. En definitiva, la creatividad y el espíritu emprendedor, configuradores de un carácter determinado, el del emprendedor, es posible aprenderlos. 

Estamos de acuerdo con Antón, por supuesto. Pero en Visualiza The Way también creemos que esas actitudes ante los proyectos y las actividades generadoras de valor puede estar inscritas más hondo en aquellos que como emprendedores suelen tener éxito. En nuestro Modelo de Emprendimiento denominado Emprendimiento Sustancial, hemos detectado al menos 16 predisposiciones que suelen tener los emprendedores de éxito y que se encuentran en su temperamento, en su profunda manera de ser. La psicología clásica considera que la personalidad de un individuo se configura por la suma, al menos, de dos dimensiones humanas, el temperamento, inscrito en el código genético propio de cada uno, su aspecto innato y que orienta su comportamiento, y el carácter, que es el resultado de lo innato en contraste con el entorno, con lo adquirido. Por ello, la personalidad es la suma, a lo largo de la vida de: cómo somos y en qué nos vamos convirtiendo. 

Para el Emprendimiento Sustancial, nuestra propuesta, el temperamento es importante a la hora de evaluar las posibilidades de llevar a cabo un proyecto que pueda tener un emprendedor. Y son los elementos componentes del temperamento, las predisposiciones, las que, como ya hemos mencionado, orientan el actuar y lo convierten en el sello personal ante las circunstancias vitales frente a las que nos vamos encontrando. Es decir, las predisposiciones son los “ladrillos” que componen la construcción de nuestro temperamento, el modo de afrontar la vida que nosotros, como resultado de la causalidad genética, nos viene impreso “de fábrica”. Por eso, en formas de comportamiento o en manera de ver la vida, solemos “parecernos a” y quien conoce nuestra procedencia familiar, suele detectarlo de manera inmediata. No es que el talante emprendedor se herede, tener una empresa no es algo hereditario, sino que suelen coincidir las predisposiciones naturales con que, habitualmente, se tiene que dotar un emprendedor. Eso sí, después serán las circunstancias, entre las que se encuentra también la suerte, las que nos pongan en el camino la posibilidad o no de emprender.

Las predisposiciones que localiza el Emprendimiento Sustancial afectan a cuatro grandes áreas del comportamiento posible del emprendedor: el desarrollo personal, la posibilidad de generar un proyecto, las aportaciones al entorno y la capacidad para innovar, de hacer las cosas “de otra manera”.

Estas predisposiciones, sobre todo su intensidad en la puesta en marcha de proyectos de emprendimiento, con las modernas técnicas de evaluación genética, se pueden detectar. Y, por ello, si se pueden detectar, entonces se puede medir su influencia y, por lo tanto, trabajar para mejorar aquellas que tengan una menor evolución y que resulten necesarias a cada emprendedor. Con ello ganaríamos una mayor eficacia para saber si una persona, no un proyecto, tienen posibilidad de desarrollar su carácter como emprendedor; porque sabe sus limitaciones, pero también conoce y puede aprender, a mejorar sus características básica como tal emprendedor.

¿Y si, con todo lo anterior, fuésemos capaces de minimizar el riesgo de fracaso en los proyectos de emprendimiento? Toda actividad humana, en particular las que tienen que ver con todo lo relacionado con las empresas, supone o tienen un riesgo inherente; es algo inevitable. Pero si enfocamos al posible emprendedor más que en sus actuales características en aquellas que realmente le van a dar mayores posibilidades de éxito, en aquellas innatas que todavía ni tan siquiera conoce porque no ha tenido la oportunidad de ponerlas en marcha, es muy posible que logre alcanzar sus metas en relación a los proyectos de emprendimiento que quiera poner en marcha con mucha mayor seguridad. 

Y ese es el cometido, el objetivo principal, del Programa puesto en marcha por Visualiza the Way denominado “El Camino de Emprender”. Ayudar a quienes tengan inquietudes por emprender a saber con seguridad sí tienen o no ese temperamento necesario, y, una vez comprobado, formarlos para generar un carácter seguro que garantice un proyecto de éxito. La personalidad emprendedora exige la suma de certidumbres, conocimientos y la generación de un proyecto sostenido en criterios empresariales contrastados, eso sí, con el apoyo de expertos emprendedores y empresariales.